martes, 24 de octubre de 2017

MIENTRAS TANTO

Mientras tanto, encerrados en el útero protector,
llueven imágenes que nadie alcanzaba a suponer.
Aconteció, entonces, el indeseable y ciego momento.
Descarrilaron los odios y rencores.

Llegó lo inexorable y no deseado,
el cemento atomizado tiñó todo
del mismo monocromo gris, igual los árboles
que las caras de los niños,
todo se vistió del monótono
gris del cemento en polvo, que se instaló
en la esperanza sin permiso.

El mundo perdió la razón,
aquella que nunca tuvo
y la orgía macabra comenzó
a imponer el miedo y el terror,
a desposeer de vida a la ilusión,
mientras, nosotros ocultos
en la seguridad del útero materno.

Ya torcimos la mirada al bombardeo,
ya quisimos creer no cierto lo visto, 
ya los corazones supieron contener el desasosiego.
Qué más da,
otra vez, el ogro ciego de la codicia 
sembró, consentido, su repugnante terror,
para ahogar en sangre la sed de libertad.

Éxodo de cuerpos agotados, sin destino,
cargados, por toda herencia,
con el polvo de sus hogares demolidos.
Les urge la vida, sin condición
que con escarnio les negamos
y se pierden desesperanzados
los niños de la Tierra, los hijos de todos, 
convertidos en forzados esclavos.

Tú y yo, mientras tanto,
lo vemos cómodos en el televisor,
como si se tratara de un hecho onírico,
desde nuestro confortable encierro
en el útero protector.

                  De Ángel Rebollar (Toda reproducción, total o parcial, del contenido
                                                ha de ser, previamente, autorizado por el autor)

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