martes, 3 de octubre de 2017

A PENAS UNA GOTA DE AGUA

Sé que sólo soy una gota de agua,
una insignificante gota,
arrastrada por la corriente de un río,
apenas una gota 
que se vacía, en ese océano inmenso
que es la vida.

Claro, sólo eso, una gota de lluvia
que cae en una tormenta
para hidratar la tierra seca,
como hace una gota de rocío
desgranándose, al precipitarse,
sobre el pétalo de una flor silvestre.

Una diminuta gota
chocando sobre tu piel agradecida,
quemada por el Sol estival,
tan sólo eso, una gota.

Pero fíjate, esa gota aislada
que, sola, apenas moja,
suicidada contra el suelo
sin, ni siquiera, dejar mácula,
tampoco desbordaría un río, 
ni subiría el nivel del océano,
casi no humedecería tu piel,
ni tu garganta sentiría
su necesario frescor.

Aunque, cuando esas aisladas
e imprescindibles gotas,
nos unimos, formamos torrentes
que incansables llenan ríos,
para vaciarse, inundando los océanos, 
hasta poder generar, en ocasiones, tsunamis.

De igual manera, nada ni nadie puede detener
al pueblo clamando democracia, justicia y libertad.
No tenemos más límite que el miedo, 
al que vence el coraje.
Hagámonos dueños de nuestro destino.

                         De Ángel Rebollar (cualquier reproducción, total o parcial, del contenido
                                                ha de ser, previamente, autorizada por el autor) 

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