Evite la ducha, para que su presencia continuara cogida a mi dermis hasta volver a verla, ya el tiempo se me antojaba larguisimo y ahora la lluvia vivificaba su fragancia, apretandola contra mi cuerpo. Me volvió el deseo. Con la misma rapidez y radicalidad, con que empezó a llover, dejo de hacerlo. Los cielos se despejaron y el sol se mostró pletórico. Para mi satisfacción seguía mojado, no sólo por el agua que me empapaba. Busque la sombra para evitar su evaporación, separe de mi cuerpo la camiseta mojada acercando la nariz al pecho e inspiré con toda mi fuerza, Me sentí nutrido e invadido por aquel elixir del ser desconocido con el que me fundí toda la noche, ahora dentro de mi en simbiosis perfecta.
Un relato de fragancias muy bellas, e intensas.
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