miércoles, 23 de febrero de 2011

¿QUE HACIAS EL 23-F DE 1981?

Yo estaba en casa de unos amigos, en un barrio de Madrid que en el 1938 había servido de frente y trinchera fratricida, a los enfrentamientos entre el PCE y PSOE, mientras los fascistas los tenían rodeados. Estaba en un proceso de separación de una relacion de casi cuatro años, me fumaba un canuto mientras oía a Joni Mitchell, el álbum Hejira, solo me acompañaba Tripy un gato de pelo rubio de grandes dimensiones, el rey de la casa de María José y Gaby, ella en Inglaterra, él no lo recuerdo, pero en Madrid, fuera recuerdo el frío madrileño propio de las fechas.
El sonido del timbre, de la puerta, acompañado con golpes de nudillos, me sobresalto sacándome del sopor, me incorporé, estaba en el suelo sobre unos cojines, fui hacia la puerta y al abrirla Tripy intentó lo de siempre, salir entre mis piernas y bajar los cinco pisos sin ascensor, con el fin de que fuera a por él, me esperaba en cada descansillo, como citándome, pero sin dejarse coger, hasta llegar al portal. Esta vez mis reflejos deslizaron la mano entre sus patas, cogiéndole por el pecho, los suyos fueron clavarme las uñas, hasta hacerme unos surcos, por los que empezó a manar abundante sangre, disimulando, el dolor y el hecho, ante la presencia de la vecina, disculpándome deje al agresor en el cuarto de baño, cogí papel higiénico a modo de apósito y escondiendo la mano en la espalda, salude a Juana con mi mejor sonrisa, la observe nerviosa, con la cara desencajada, a borbotones, intentando contener los gritos, manifestó que unos guardia civiles habían tomado el Congreso de Diputados, durante las votaciones que se celebraban para la elección de Calvo Sotelo como presidente. Me tuvo que cambiar el semblante radicalmente, aunque no me sorprendió, por aquel entonces había intentonas cada dos por tres, no hacia mucho se acababa de desmontar la Operación Galaxia, los fascistas militares y paisanos se negaban al inevitable cambio social.
Juana y su marido, que no estaba en casa, eran socialistas, yo venia de militar, durante la dictadura, en grupos trotskistas y por entonces coqueteaba con movimientos libertarios, con la CNT, donde, en una radio libre, Radio Luna, hacia un par de programas, uno de cine y otro de noticias y debates. No recuerdo como se desarrollo exactamente la conversación, pero fue breve, ella me dijo que iba a intentar localizar a su marido y yo cerré la puerta, con la noticia dandome vueltas en la cabeza, abrí la puerta del water para reprender a mi agresor y curarme la herida, que seguía manando. El felino, subido en el poyete de la ventana abierta, al verme entrar soltó unos terribles bufidos, al intuir mi estado de animo haciendo el ademán de arrojarse al vacío, ambos hechos frenaron mi primer impulso, centrandome en lo segundo, la cura de mi mano que realice, con un poco de alcohol, que apenas senti el escozor y una venda rápida, cerré la puerta y me dirigí al comedor, apreté el de power ahogando los cantos de la Joni. Puse la tele, solo carta de ajuste y música militar, el corazón se me empezó de desbocar, con la radio tuve mas suerte, repetían las palabras manaban por el bigote del portador del tricornio: " se sienten coño" y ráfagas de balas creaban el silencio en el hemiclo.
Hice algunas llamadas telefónicas, sin respuesta, me cambie de ropa y baje a la calle, esperaba encontrar gente, pero Hermanos de Pablo, cercana a la parada de metro de Pueblo Nuevo, en la Calle de Alcalá, esta desierta. Cercana estaba una sede del PSOE y otra de CCOO, tampoco allí había atisbos de la resistencia, que esperaba encontrarme, los bares, unos vacíos otros practicamente, en la avenida principal, poco transito, para la hora que era, las 8,30 de la tarde. Volví a casa para coger el casco y la cazadora y me dirigí al garaje, para subirme a la Moto Guzzi 850 GP, con la que me dirigí hacia la plaza de Neptuno, cercana al Congreso. Las calles estaban anormalmente vacías, las miradas que cruzaba con los pocos transeúntes o automovilistas, eran furtivas, algunas, las menos de complicidad. Cuando llegue a la zona, las calles estaban cortadas, un pequeño grupo de constitucionalistas, custodiados por algunos policías armados, estaban amenazados por otro mayor de fascistas, no se veía ambiente de resistencia. Decidí desandar el camino, volver a la casa, el regreso fue similar, algo mas oscuro y frió, helador por dentro. Cuando llegué Gaby ya estaba, cambiamos impresiones y hablamos que hacer al día siguiente, ambos eramos delegados sindicales, él en una compañía de seguros, Cervantes, yo en un banco, el Comercial Transatlántico, decidimos que iríamos a los trabajos y propondríamos convocar asambleas permanentes, en los respectivos comités de empresa.
Tripy andaba por la casa me miraba con cierto recelo, tuve que explicar lo de la mano al dueño. Seguimos hablando y conjugando tv y radio que acompañamos con algo de cena fría y algún canuto, para relajarnos. Ya de madrugada, oímos al rey por la tele y entre dcesconfianza y cierta serenidad, hacia las tres de la madrugada fuimos a dormir.
El despertador sonó a las siete, la radio hablaba de relativa tranquilidad, nos enteramos de lo de Milán del Bosch en Valencia y nos fuimos a nuestros centros de trabajo.

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